Una vez más, los Premios PRODU cuentan con jurados como Axel Kuschevatzky, que considera fundamental visibilizar la industria audiovisual en español como lo hacen los Premios PRODU. “Nosotros siempre estamos, por inercia y a veces porque nos tenemos que enfrentar al prejuicio de los demás, teniendo que demostrar nuestra capacidad creativa. Impulsar el consumo interno en Iberoamérica y fomentar la percepción más alta posible de nuestros contenidos es estratégicamente clave”.
A su juicio, históricamente las compañías anglosajonas y, en menor medida, ciertas compañías europeas, han privilegiado una única línea de contenido, “y eso nos ha dejado a los creadores iberoamericanos muchas veces en una inferioridad de condiciones a la hora de conseguir financiación. Si queremos que existan contenidos que reflejen nuestras propias experiencias, pero que a la vez tengan la capacidad de viajar, necesitamos a los Premios PRODU y a todas las formas posibles de percepción y de perfilar todo nuestro trabajo”.
INTERÉS POR EL CONTENIDO EN ESPAÑOL
Para él, el interés por el contenido en español realmente está vinculado a un factor económico. “Esencialmente, los contenidos en español funcionan bien, generan audiencias, permiten identificación y atraen a las audiencias latinas. En EE. UU., lo que suele llamarse audiencias hispanas representan la primera minoría en consumo de contenidos audiovisuales. Es decir, que el volumen de consumo que tenemos los hispanos es tan grande que si se piensa en la globalidad, el consumo y la capacidad de producción es gigantesca. El orgullo tiene que ver con la identificación y con los vasos comunicantes, pero creo que el sistema está interesado porque como audiencia representamos una fuente de ingresos impresionante”.
Kuschevatzky discute que el contenido sea el rey porque considera que no hay contenido sin creadores, “y para que haya una tradición de creadores necesitamos que los contenidos se consuman. Si queremos perdurar en el tiempo como comunidad creativa, celebrar el talento local tiene un peso gigantesco. Y los Premios PRODU son justamente parte de este deseo en el tiempo de construcción de narrativas propias, de ideas diferentes, de abrazar la diversidad y al mismo tiempo la particularidad de nuestra cultura en general y de nuestras culturas en plural”.
LATINOAMÉRICA
Con respecto a casos de éxito como El Eternauta, mencionó que Iberoamérica tiene una tradición muy extensa en el género fantástico, “no solo en la ciencia-ficción sino también en la fantasía. Y cuando uno lo piensa bien, fantasía, ciencia-ficción e incluso el terror, están muy imbuidos en el ADN de la región. Desde las películas donde El Santo peleaba contra monstruos en México, hasta la literatura de Borges y Bioy Casares en Argentina, sin olvidar los elementos fantásticos del realismo mágico de García Márquez. Entonces, la realidad es que en un mismo año, obras como El Eternauta o series inspiradas en la obra de García Márquez siempre tienen su elemento inexplicable y poético. Son la demostración de que no hay ningún género puntual que no se pueda hacer con inteligencia y sofisticación en Latinoamérica”.
Desde el punto de vista del productor, señala que “se puede ser local sin ser localista, es decir, se puede contar algo relevante para tu aldea que al mismo tiempo sea relevante para otras aldeas”. Esto está relacionado con qué tan interesante y emocionante es lo que se está contando.
“No hay que perder la voz y el sabor local y al mismo tiempo hay que pensar cómo hacer para llegar a públicos en lugares mucho más lejanos que nuestro continente. Es un ejercicio que me lo tomo muy en serio, pero a la vez es muy introspectivo, nos obliga a mirar el material y preguntarnos: ¿esto que estamos haciendo, conecta con un público fuera de nuestra región? La masividad es un gran desafío, no es un condicionante. Es mentira que las cosas son menos sofisticadas o inteligentes porque son masivas. Se puede ser masivo y a la vez inteligente, y los contenidos latinoamericanos lo están demostrando sistemáticamente”.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Para terminar, el realizador dijo que es de los que cree que la IA es una herramienta que se puede usar bien o mal. “No creo que haya que tenerle miedo a la IA así como en su momento no le tuvimos miedo al Photoshop. Los fotógrafos no dejaron de trabajar porque apareció este programa, que se volvió una parte más de todos los recursos posibles para generar una emocionalidad o un producto específico. Yo creo que tenemos que utilizar la IA para entender mejor quién está del otro lado, para tener más capacidad creativa, pero, de nuevo, es una herramienta. No podemos confundir el vehículo con el destino. Si pensamos que la IA es un fin y no un medio, vamos a tener un problema más grande”.